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  La Multitud [La Subversión es la Cultura]
  La Caleta está Muerta.
 

La Caleta está Muerta.

 

Por H. Galván

Email: triunfaremos@gmail.com

04 de mayo de 2008

 

La Caleta está Muerta, la Policía la asesinó.  Llegaron como ladrones en la noche; llegaron en vehículos ajenos, vestidos de normales, sin fiscales, sin órdenes, sin argumentos; llegaron repletos de balas, llegaron furibundos y sedientos.

 

Venían a buscar un dinero, y lo buscaban tanto, que no guardaron apariencias, ni acomodos.

 

Llegaron sin identificarse y se cubrieron de mentiras y de fuego. Llegaron como la noche, trayéndola; trayendo la oscuridad para siempre.

 

No está claro como murió el Coronel en la Jeepeta ajena; tampoco aparece el mentado dinero. Lo único claro es que los policías, dispararon sin pudor y sin desvelos, y que cuatro hombres desarmados, obreros, estudiantes, cayeron sin culpas ni tormentos.

 

La Caleta se pregunta ahora qué ha pasado. Quien o quienes mandaron la tristeza a la puerta del pescador, del bachiller, del jornalero. Mandaron la fuerza a teñir de rojos y misterios el cielo destempladamente azul que los bañaba.

 

Porque antes que recibir consuelo, La Caleta tuvo que escuchar mentiras por la prensa. La radio difundió lo que no era, la televisión les ignoró, mientras aun no se velaban ni los muertos.

 

La Policía siempre presta a defender a los suyos, aun sean temibles criminales, difundió la “versión oficial”. Hablaron de emboscada, de confusión, de célebres intercambios de disparos. Pero se les olvidó el olor a “tumbe”, decir de donde vinieron las balas, se les olvidó decir quién mató al Coronel y por qué llegaron como llegaron. Qué buscaban y como lo buscaron.

 

¿Y donde está?

 

Cuentan los humildes pobladores, que los policías sin mediar palabras, acribillaron a cuatro hombres solamente “porque el coronel no podía irse solo”. Y no se fue

 

Con la masacre de la Caleta nos han matado a todos. Repitiendo este criminal accionar, esa brutal forma de hacer las cosas, esa sospechosa diligencia, y el empecinamiento por encubrir sus fechorías, la Policía Nacional asesta un nuevo golpe a la sangrante llaga de un pueblo cansado de sufrir abusos y atropellos.

 

¡Qué poco vale la vida humana en las manos de la Policía! Que matando de la forma que están matando, se transforman en verdugos cuando debían ser protectores.

 

Ya la sangre de la Caleta no puede ser revertida. El dolor de los huérfanos, las viudas y las hermanas y hermanos no puede ser borrado.

La dolorosa herida no podrá cerrarse del pecho violado de la Caleta, pero, ojalá que no vuelva a repetirse.

 

Ahora, sumidos en el dolor de un pueblo asesinado, el único consuelo que nos queda a todos/as, es la confianza en que este país algún día (que sea pronto) cambiará y para siempre.

 

¡Basta ya de muertes inocentes!

 

Paz y justicia a los muertos de La Caleta.

 

 
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